lunes, 9 de marzo de 2015

Seguía atrapado ahí dentro



 
 
Semana 21 de la VIII edición de Relatos en cadena de @laventana y @deescritores. La frase de incio era "Seguía atrapado ahí dentro". Y estas son mis propuestas.
 
1-La modelo

Seguía atrapado ahí dentro, justo donde el plexo solar. Años de tratamiento y de terapia, de psiquiatras y psicólogos, no habían conseguido diluir ese peso sino tan sólo mantenerla con vida. Pero qué vida era ésta: sumas y restas; gramos de comida y miligramos de medicamentos. Su cabeza era como un fabuloso centro de operaciones capaz de poner todos sus sentidos a trabajar con un único fin: había que alimentar a aquel monstruo que iba ocupando el vacío que dejaba ella. Hasta que fue tan ligera como una pluma y el viento la arrastró.
 

 
2- La hermana pequeña 
 
Seguía atrapado ahí dentro, igual que hacía cuatro años. Volvió a su vida de la manera más tonta: se casaba la mayor y la casa se convirtió en un hervidero. Quizá por eso sus padres habían bajado la guardia. De nuevo intentó disimular su languidez, sus mejillas hundidas y sus manos siempre frías. El cabello empezó a caérsele a puñados.
-Pareces cansada-, dijo distraídamente su madre mientras abría uno de los regalos.
-Nervios por la boda-, balbuceó ella.
 Y empezó a buscar aquel viejo trapo negro con el que solía tapar el espejo de su habitación.
 
3-Zander y Leelah
 
 
Seguía atrapado ahí dentro, como siempre. Ni siquiera encontrarla a ella había conseguido esponjar aquel nudo en su garganta que amenazaba con asfixiarlo. Leelah era su novia, tan bonita que mirarla hacía daño a los ojos. Él se llamaba Zander y había nacido en un cuerpo que no le aceptaba. Por eso siempre estaba enfermo. Tenían quince años, el mundo en contra y ya no soportaban más ese encierro. La decisión estaba tomada. Dejaron una nota en la que decían que por fin iban a ser libres. Y a amarse.
 
4-Maneras de vivir

 
Seguía atrapado allí dentro, agazapado, esperando la hora. Dieron las doce y después la una. Atisbó por la rendija cómo se acercaban los viejos y polvorientos zapatos negros y que una mano dejaba una bandeja en la puerta como de costumbre. Pasados unos minutos el hombre abrió y cogió la comida, ávidamente y con recelo. Quizá se atreviera otro día aunque no podía ni imaginar de qué iba a vivir fuera de esa habitación en la penumbra.

 
 

 
 

 

4 comentarios:

  1. Vaya buena cosecha, felicidades. El primerome ha gustado mucho.
    Besicos muchos.

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    1. Gracias por tu comentario, eres muy amable. Aprovecho para pedirte disculpas porque me has dejado comentarios otras veces y hasta ahora no me había dado cuenta de que mis respuestas ¡no se publicaban! Así que gracias infinitas por las veces que has dicho algo bueno de mis textos. Un abrazo.

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  2. Vaya semana prolífica, amiga. Escribes muy bien, y además impregnas los textos de una visión muy particular. Me ha gustado mucho los cierres. Me parecen geniales. En todos los casos. Un abrazo Lidia :)

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  3. Gracias, amigo. Que un maestro (fíjate en la polisemia) como tú me diga cosas como esa es un honor. :) Un beso.

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