jueves, 30 de enero de 2014

Poco a poco he ido vaciando la bolsa donde recogí algunas de las cosas del trabajo, ese trabajo que ya no tengo pero por el que todavía me pagan. Sentarse a escribir. Pero ¿a escribir qué? Ya tengo la cena medio preparada, las camas hechas, el suelo de la cocina fregado. Me siento una recién jubilada que no sabe en qué ocupar su tiempo. Pero una jubilada de las pobres, de las que tienen que seguir pagando hipotecas, letras, gasolina y comida para sus niños. Escribir ¿qué? ¿Para qué? ¿Para quién? Todos estos días de mierda son la misma mierda. Estoy en casa como en una jaula, que ojalá fuera de oro. La vendería pues.

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