1-Qué nos ha pasado
Sin saber
por qué, le di un puñetazo. Observé su rostro desdibujado y sus ojos, pequeños
sin maquillar, que me miraron con más
asombro que dolor. Del golpe se le abrió la bata: desnuda tenía una figura
emborronada y pálida. Ella abrió la boca
para protestar. Pero la cerró enseguida porque comprendió que ya no había remedio.
2-Los cuatro golpes
Sin saber
por qué, le di un puñetazo. El primero, por todas las veces que me dijo que ese
vestido me hacía gorda. El segundo, por aquel día que se entretuvo en el bar y
se olvidó de recoger a los niños. El tercero, por no traer ni un euro a casa
desde hacía tres años. El cuarto fue mortal de necesidad.
3-La paciencia tiene un límite
Sin saber por qué, le di un puñetazo, aunque creo que fue
por esa manía suya de escribir porqué, junto y con tilde. Hasta el momento le
había perdonado todos los deslices de los que alardeaba incluso ante mis
amigos. Pero no pude soportar más tanta arrogancia.
Me ha gustado más el primero; tendremos que seguir escribiendo en 2015 a ver si volvemos a escucharnos por la radio, Lidia.
ResponderEliminarProductiva te veo Lidia y me quedo con el segundo impactante me gustan ese tipo de relatos.
ResponderEliminarAbrazos